Turistas como langostas.

Publicado: 16 agosto, 2010 de Frankie en la epopeya, Placeres que atormentan

Las hordas de turistas que pateamos el territorio nacional hemos convertido a este en una especie  de patio de juegos para adultos, donde se consumen los paisajes y las historias centenarias como si fueran rosquillas y  cuyos rincones importantes acabarán machacados en el Photoshop y colgados por alguna gueb, para demostrar que has vivido algo, dita sea.

Todo empieza en una casa rural repletita de mochileros, de familias frenéticas con niños tocapelotas, de senderistas ascéticos y duros y parejas de novios con necesidades de orientación y frustraciones sexuales nocturnas, debido al cansancio de los kilómetros (nada tan cruel como un gatillazo en vacaciones). Son las 8:30 de la mañana, el desayuno viene incluido y empiezan a marcarse las diferencias: unos han dormido bien y están pletóricos como gallinas, a punto de demostrar que los de contabilidad se pueden transformar en Coodrilo Dundee a poco que los dejen.

Otros, por el contrario, acusan la mala planificación, despotrican de lo que les rodea y les buscan las cosquillas a los hoteleros. Pero todos, toditos, tienen que apurar al máximo los días de libertad condicional,  zampándose el hermoso pastel rural y pintoresco que presenta la región que visitan.

Por ello, los mapas son escrutados con precisión militar y los críos embadurnados con la protección solar más alta, que no en vano deberán de prolongar nuestros genes, no importa lo idiotas y redundantes que estos sean. Pero alto ¿y el agua? ¿rellenamos ahora o en la fuente? ¿Y si allí no es potable qué? Son estas, cuestiones de importancia dramática para el día que vas a vivir. Como también la tiene ese idilio roto con tu cámara digital, que parece haber perdido misteriosamente algunas funciones que antes disfrutabas.

Y es cuando arrancas el coche, por fin, cuando estableces contacto real con la geografía. Constatas como la superficie de la provincia se niega a identificarse con esa abstracción conocida como mapa.  Compruebas que los  simples puntitos que representan poblaciones acaban convirtiéndose en entidades complejas, llenas de horrores viarios y  desvíos desorientadores.

En este frenesí exploratorio son muchos los que se extravían, por esta orografía fractal y endiablada que tienen todavía muchas zonas españolas. Frecuentemente, las finas líneas que indican las carreteras comarcales ocultan, en realidad, vastos sumideros de espacio tiempo en los que localidades enteras perviven aisladas en lugares imposibles,  mostrando un aspecto arcaico,  viejorro y para nada fashion,  allí donde posas tu mirada y tus adidas.

Y pronto lo descubres, aag: te has perdido y te toca asumirlo. Llega, pues, uno de los momentos masculinos más odiados: hay que  abordar y preguntar al otro, al nativo. Décadas de cultura turística facilitan a este la emisión de complejas parrafadas explicativas; «tuerza aquí, vaya para allá». Los que escuchan poseen una bisagra en el cuello, muy eficaz para decir que «sí, sí» y aparentar comprensión. Una vez terminada la explicación, el ritual se ha completado y nos hemos reconocido mutuamente como semejantes, aunque al arrancar sigamos tan perdidos como siempre. Pocos recordamos, al reanudar de nuevo, la perorata completa, aaay.

Y si hay suerte, el lugar suele ser precioso. Si todavía hay más suerte, estarás solito, lejos del peor enemigo del turista: los otros turistas, esos que llegan de la misma forma ruidosa que tu, pegando gritos, las madres berreándoles a sus críos, sus suegras pillando las mejores sombras, sus maridos reventados de conducir.

Y ahora os dejo, que mañana sigue la ruta. Un besito.

comentarios
  1. Sr. IA dice:

    Cuidate Egan, cuídate mucho

    • Knut dice:

      Ains, lo que me reído leyéndote, juas juas juas. Cuando había posibles y hacía eso con la familia nos cuidamos siempre de pillar casitas perdidas de la mano de Dios, especialmente en asturias que añoro que es cosa mala.

      Mi temor es el completismo de mi señora, esa tendencia a acabar todos los senderos que se empiezan o minusvalorar las indicaciones. Sin embargo añoro aquellos viajes, su capacidad para improvisar y tenernos a todos acojonados, apurando gasolina porque más adelante habrá gasolineras. Y sobre todo añoro el verlas comer de todo, yo soy un tiquismiquis al que le da asco casi todo, pero es maravilloso estar al quite por una fresitas minusculas o unos arándanos. Incluso creí que llegaríamos a aprender que con litro y medio de agua no vas bien a ninguna parte.

      Que disfrutes!!!!!!

  2. maxtor dice:

    Mencionas muchas dificultades que se presentan cuando visitas sitios, pero la verdad es que después las recuerdas con cariño porque proporcionan algo parecido a la aventura. Son las que dan algo de saborcillo cuando las cuentas. Además, que sería de esas pequeñas aventuritas si no fuera por lo mal señalizadas que están algunas zonas de España.

  3. Kotinussa dice:

    Es que hay que ver lo sacrificada que es la vida del turista.

  4. padawan dice:

    Hasta en las vacaciones tenemos prisa y hay que ir corriendo de un sitio a otro, tachando párrafos y páginas enteras de la guía de viajes.

    Gracias a Dio mi pueblo, aunque turístico, está lejos de esas pesadillas benidormescas y aún quedan sitios libres de turistas donde se puede escapar de la prisa que arrastran.

    Otra cosa a reseñar es el altercado constante que produce un grupo de turistas allá donde vayan… un grupo de más de dos españoles puede reconocerse a kilómetros en cualquier punto de Europa.

  5. francissco1 dice:

    -Gracias, SR. IA. Salute.

    -Coincido, la señalización es a veces un horror kafkiano, maxtor.

    -La geografía exige su precio, Kotinussa, morituri te salutant. 🙂

    -Somos como langostas ruidosas, Padawan, encima de plaga berreamos cuando llegamos, ja,ja.

    -Knut: Con la gasolina pasamos anteayer las de Caín, je, je, pero se pasan momentitos cojonudos, desde luego. Y de los cálculos con el agua mejor no hablar, lo que bebes sin darte apenas cuenta. En fin, la semanita que viene ya será más tranqui. Un abrazón.

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