Archivos de la categoría ‘Palomitas por el suelo’

La loba y el centurión

Publicado: 4 septiembre, 2010 de Frankie en Palomitas por el suelo

Centurión. De quien sea. Solo me mola ella…

Será fuerte, noble, valiente e intrépido el centurión romano Quintus Dias, interpretado con solvencia y corrección por Michael Fasbender. Y todos sus compañeros del ejército gozan, asimismo, de una buena y discreta representación actorial, aunque un servidor opine que tan solo los conocerán en su casa a la hora del yantar. Vale pués, quedémonos con eso que no es poco.

Y resulta que tanto los actores reales como los legionarios fílmicos, estos pobrecillos que se embarcan en una durísima expedición a las tierras de la antigua Escocia para intercambiar tajos y hostiones con los pictos, comparten la misma mala suerte. Los legionarios, porque los pictos son duros de pelar y los actores porque a la historia  -aunque tiene un ritmo extraordinario-  le faltan medios, presupuesto, mayor ambición y blablabla, además de sobrarle un tono azulón y pobre.

Vamos, que es un entretenimiento medianete, si no fuera por esa pantera vestida para la guerra, esa loba picta, Etain,  interpretada por Olga Kurylenko, con unos pómulos eslavos y una mirada como quizá tan solo pueda poner una ucraniana buscavidas, nacida en un estado tan duro como el mismísimo territorio bárbaro que nos ocupa.

No le arredra para nada el hecho de que su personaje sea mudo por obra y gracia de un choque con los romanos, porque lo que le falta en desparpajo verbal lo compensa con una ferocidad vengativa de auténtica predadora. Que gestualidad, que pose, que mirada, que seducción, que espadazos suelta.

Me apuesto un riñón (iba a decir un guevo, ay, por dioss) a que en el imaginario de los que practican BDSM ocuparía un lugar destacado como Dominatrix, como ama feroz con cierta aura de vampira gótica y erotismo tanatófilo. ¿Existirían guerreras femeninas de este pelaje en algún lugar? ¿Tendrían espacio para el sexo en sus cabezas? Y en caso afirmativo ¿buscarían mujeres, hombres sumisos o guerreros como ellas? Y ya que nos ponemos ¿es normal acabar preguntándose siempre esto en lugar de, no sé, de indagar su estatus sociológico y si eran ellas las que planchaban en casa, pej?

Bueno, pues ella es la punta de lanza de la venganza picta, el descubrimiento inesperado en una peli del montón, la que está condenada a ser olvidada como no la rescate otro productor, uno que sea consciente de que si miras la película es porque buscas ponerte a salvo de ella o quizá no. Nada tan precioso como ese rostro cuando olfatea la brisa como las bestias y, no obstante, nada tan letal. Si estás escondido te olerá, glub.

Pero quizá lo que quieres es que te encuentre y te haga algo que no sea matarte, claro, je, je. Esa es la esperanza cuando la muerte es tan bella y feroz como esta loba de Caledonia, Ave, Domina.

«Si es Etain la que os busca, entonces sí que estais perdidos de verdad…»

(Una bruja picta)

Llegaron en la siesta.

Publicado: 23 agosto, 2010 de Frankie en Devaneos, Palomitas por el suelo

Origen. De Nolan. Y visitas pelmazas

Las invasiones familiares veraniegas, por parte de personas que se autoinvitan con un desparpajo impresionante, pueden ser objeto de análisis y demás, una vez superado el trauma. Cuento estas cosas, en vez de hablar sobre Origen de Nolan, porque sobre la misma ya lo han escrito casi todo, tanto Knut como Prospectiva en diversos artículos, ay, rediós como corren

Tanto como ese monovolumen que supuestamente llegaría muy tarde, cargado de parientes no demasiado cercanos pero hambrientos y ruidosos ¿Acaso no dijeron que llegarían para la cena? ¿Tienen que darle a la bocina varias veces? ¿Porqué pensaban que la puerta estaría necesariamente abierta para ellos? Piii, piiii, piiii…..

Bueno, pues en la siesta y antes de quedar como un lirón le daba vueltas a la película de Nolan, la cual está concebida precísamente para eso. En la frontera entre sueño y vigilia se forman las primeras imágenes, metafóricas ellas. Sin embargo, en los diversos inconscientes que salen en Origen no aparece ni una sola de estas rarezas oníricas, como si estuvieran proscritas.

Han decidido apostar por un inconsciente exactamente igual a la realidad cotidiana, con su mismo grado de consistencia y compatible para cualquiera que lo recorra, esté o no visitando su propia mente. Es algo parecido a la mcdonaldización y estandarización del mundo, así como a la posibilidad de editarlo, como hace la arquitecta de la película. En el futuro todos los inconscientes serán intercambiables y correrán con un mismo sistema operati…

¿Oye? ¿francissco? ¿Sales a abrir la puerta? …Uuf, daremos la «patada» como en la peli, para salir del sueño. La hamaca es una gozada aunque, hostias,  había una avispa cabrona a punto de picarme. Te levantas, sales al sol que cuece y en el coche que hay tras la verja (este es el modelo nuevo, que cabroncete el pariente) asoman varios caretos adolescentes y rampantes, estirando todos el cuello como los patos.
Suena Bisbal a toda virolla y al entrar y mirarte los adolescentes retroceden un poco; los reflejos de primate no fallan, los chicos hacía años que no te veían y tu tienes cara de proscrito o eso imaginas…

Y si eres un proscrito en el inconsciente de otro ¿como puedes escapar? ¿Como deambular en coco ajeno como Pedro por su casa? Se asume que, en esta realidad ficticia de la película, la mente a espiar es algo parecido a un servidor web: te manda el archivo y tu interactúas con el. Siempre que metas la contraseña adecuada puede tomarte por aquello que quieres aparentar; adiós, pués, a la concepción «húmeda» del cerebro y contemplémoslo -aceptando la licencia fílmica- como un ordenamiento de bits…

«…ordeeen, orden, tropa, a ponerse todos el bañador y la protección ¿Que tal está la piscina, familia, que venimos desficiosos..» Aay, de nuevo la «patada», la sacudida. Aparcas la reflexión cinéfila, la misma que atrapó la siesta como un sandwich y te lleva como zombie, mientras la parentela desfila, numerosa y fértil como los conejos ¿Ya tienen tres niñatos? joder ¿que no conocen las gomitas? Y la mujer, desde luego, parece acusar el exceso de crianza…

La mujer de Di Caprio, la fascinante Marion Cotillard   y ese lejano aire que la da a tu prima visitante.  La tragedia conyugal, el drama romántico que inerva (y enerva, por lo menos a mí) toda la historia es lo único que coincide con las realidades oníricas normalitas.
Al igual que en un frío Mcdonald puedes celebrar un cumpleaños, en los inconscientes fabricados en serie del film puedes recrear el dolor romántico y la tragedia de la pérdida. Digo «recrear» aposta, porque las emociones en serie tienen regustillo a plástico de hamburguesa. Aquí es imposible entender porqué Di Caprio y Cotillard se han querido tanto.

Esta película celebra la idea de la realidades de la mente como si fueran el conocido juguete de las muñecas rusas, unos niveles conteniendo a otros, cada uno de ellos con frecuencias diferentes de tiempo. Escribo, por cierto y ante un Pc, sobre un fulano, yo, que recuerda a otro yo pasado molesto por la visita, que a su vez recordaba un argumento…uf, mejor paro.
Bueno, las frecuencias, los ritmos temporales que decía, difieren como en Ciudad Permutación, de Egan, donde los que vivían en el plano virtual eran «ejecutados» y podían serlo a gran velocidad. O como en Diáspora. De nuevo características informáticas proyectadas en nuestra mente, que cada vez se ve como más digital..

«Déjame la cámara digital papi»  » A la piscina no la lleves, no corras»  «Hay que comerse todos los almendrados, venga»

Venga, vedla. Que entretiene. A ver si así se le quita a Di Caprio el careto serio que no cambia en toda la peli.

Robin en Omaha Beach

Publicado: 15 junio, 2010 de Frankie en Palomitas por el suelo

Apunta con cuidadoorRobin Hood. De Ridley Scott.

Las escenas principales y decisivas de esta película son calcaditas a las del Día D en 1945. Los franceses del siglo XII, al mando de su rey, intentan invadir Inglaterra desembarcando en unos lanchones casi gemelos a los de las playa de Omaha, que no era de Omaha pero estaba en Normandía.

Robin de Lonstride, sajón reconvertido aquí en Robin de Locksley, comanda a sus arqueros en un escenario demasiado bueno para creerlo. Solamente a un rey francés idiota se le ocurre llevar lanchas de desembarco a una playa pequeña y encerrada por un acantilado del tamaño XXL, desde donde Gladia, digoo el arquero justiciero, los acribilla a flechazos con deleite pantagruélico. Como no tengo tiempo, no he podido comprobar el nivel de veracidad y rigor histórico de la batalla, sorry, aunque la incompetencia militar no puede subestimarse y podría ser real.

Porque real parece y de justicia es reconocerlo la buena factura visual del film, cosa que se le supone siempre a este director, a pesar de que abusa de cierto tono azulino mate que ya empleó en la peli sobre las cruzadas. Los paisajes y la ambientación muy resultones, como no, con cierta sobredósis de ¿Enya? y musiquita celta, lista para comprar cuando sales del cine (bueno, no, pero casi lo esperas)

Lo que también le supones ya al amigo Ridley, vistas otras cositas suyas, es el mismo apego por el rigor que la mosca del vinagre. Si el rey Ricardo murió en brazos de su madre, aquí ni la ve siquiera. A ver, sino, como le entregaría la corona a la buena señora, con careto solemne, nuestro amigo Robin, protagonizando otra de las deformaciones históricas a que ya nos tienen acostumbrados la moderna narrativa y comunicación ¿Quién se va a percatar? ¿Acaso reescribir la Historia no imita lo que ahora dicen que hace la memoria humana?

Si que percibes, eso sí, que, salvo la crudeza de las batallas, poca chicha en general presentan las interpretaciones y lo demás ¿que hay más?. Russell no parece aterrizar nunca en el personaje; Cate Blanchett está un poco mejor y pone más pasioncilla, pero decae pronto. Se salvan Mark Robson (el malo de Sherlock) y Max Von Sidow. Aquel (Mark) protagoniza cierta fantasía inverosímil, eso sí. Ya me diréis: atacar varios feudos ingleses con tan solo doscientos franchutes infiltrados, je, je, hay que ver las maravillas del pluriempleo.

Ah, y el romance Robin-Marian una auténtica filfa descafeinada, lo siento por los románticos.

Un saludo de arquero.


La invasión de los píxeles

Publicado: 26 marzo, 2010 de Frankie en Palomitas por el suelo

Acantilado rojo. De John Woo.  Ah, y muuchos chinos digitales

Tocaba ya reseña de peli, preferible a la de un tocho ensayil  y a las denuncias visionarias y todo eso, porque son entradas que  suelen salir más fluidas de mi sesera dependiendo, claro está, de la calidad de las palomitas consumidas. Así que presentamos, tachín, tachan, una batalla épica y entretenida, seguro que sí.

Pues bien, el Imperio (siempre hay uno) con sede en el norte, pretende machacar a los rebeldes del sur. Como era de esperar, el norte represor y facineroso tiene nada menos que ochocientos  mil soldados (sí, eso, 800.000) mientras que los del sur, heroicos, amantes del zen y de los lirios en el campo, no llegarán a  los cincuenta mil, para colmo desconfían entre sí y, encima, uno de los líderes le parece a un gorila antes de afeitar.

Estas desigualdades entre los bandos aunque sean clamorosas son imprescindibles, queridos saltamontes, son las que otorgan auténtico valor a la victoria posterior de los más sensatos. Y a sensato no le gana nadie al virrey meridional Zu-yu (que en español significa Zu-yu).
Es este una inteligencia militar preclara, así como gran apreciador de la música y  un artista aventajado en cultivar el amor de su esposa.

Esto último aviso que no es fácil, ojito, puesto que ella es refinadísima y sensible hasta la protesta, como los buenos estereotipos de cónyuge oriental. Pues bien, cada vez que termine de hacerse admirar por su amada costilla, Zu-yu ejercerá de ajedrecista maestro con las tropas y recursos de que dispone.

Y si la estrategia militar puede ser oscura y abstrusa, volverla comprensible requiere capacidad demostrativa, explicativa y todo eso. Y aquí es donde encontramos  el punto fuerte de la película. Los enroques y las retiradas, las argucias y las contratácticas, se ven favorecidas por un didactismo visual y dialogado magnífico, capaz de hacernos sentir como si fuéramos un general más, ganosos de victoria…

Pero da igual el bando que elijamos porque fracasaremos. Sí, así es. Si existe algún cielo para los directores bélicos realistas, tipo Peter Weir en Master and Commander  y -como no- los Venerables Clasicotes de Siempre, a John Woo le habrán puesto la marca de Caín para que no entre en el mismo.

Porque en cierto momento de borrachera fílmica empieza a pisar el acelerador digital y el software le obedece, claro. Y eso es lo malo. Lo es, porque las cantidades de guerreros y naves crecen y crecen de forma exponencial e imposible, como solamente el generador de soldaditos de un videojuego podría conseguir. Todo ello no le resta solvencia  -preciso es reconocerlo-   al manejarse en planos más cortos, donde se le da bien el detalle y el menudeo.

Lo malo es que la borrachera y el preciosismo también nos derrotarán aquí. Si es difícil esquivar una flecha, aquí no solamente la esquivan, sino que se retuercen por el aire, la atrapan y, encima, se la clavan al que la lanzó. Se asume, tácitamente, que los guerreros orientales tienen facultades de superhéroe, por aquello de las artes marciales y demás.
Aquí y en consecuencia, no veremos las miserias del cuerpo a cuerpo, como en Gladiator, pej,  porque ya se sabe que estos superorientales desafían la gravedad y la Física como yo me zampo un bollo.

De todas maneras, nos damos cuenta bien pronto que le importa menos la verosimilitud que hacerle guiños al cine de artes marciales imposibles, tipo made in Hong-Kong y herederos alucinados de Matrix, donde  asumen tan pimpantes que los cuerpos  pueden quedarse estáticos en el aire, como si le dieras al «pause» del DVD.

Suerte que de esto último no recuerdo que abuse. Tan solo se vuelve a exceder otro poquito con la pintura paisajista, buuf, eso sí. De seguro que China (si la han rodado allí) puede mostrar hermosos paisajes, sin necesidad de sacar esas vistas parecidas a los cuadros de los restaurantes chinos, con catarata animada y todo.

Gracias si me habéis leido hasta aquí y un saludito con katana.

En Escandinavia toca limpieza.

Publicado: 9 marzo, 2010 de Frankie en Palomitas por el suelo

Millenium 3. La película.

Termina la saga con un elaborado asalto final al personaje de Lisbeth Salander, por parte de las Fuerzas de la Oscuridad del país nórdico, que estaban de la hacker punki hasta la testa.
Stieg Larsson, el padre de la criatura, se propuso presentar las partes pudendas y oscuras de la sociedad sueca, tales como la pederastia, los abusos sexuales y los maltratos de género, la corrupción institucional, el racismo, etc, todos ellos presentes en ese supuesto kindergarden y mundo de yupi que aparentaba ser el rincón escandinavo.

Esa cara inconfesable era el morbo detrás de la historia, el monstruo en el armario, más horrible y jorobado si cabe por la sensación de generalidad y extensión social que se insinuaba.

Todo ello era necesario, era un ejercicio de autocrítica  pero claro, que no hay que pasarse, leñe. Que una cosa es la narración y otra la presentación escenográfica de un país como si fuera la cueva de los horrores.

Porque la primera parte de la trilogía insinuaba esta última posibilidad: plutócratas homicidas, psiquiatras y médicos degenerados, policías patosos y obstruccionistas, funcionarios legales sádicos y violadores. Ante tal paisanaje ¿quedaba alguien sano en el país? ¿Alguien a quien pudieras presentarle tranquílamente a tu herman@?  ¿Era esta la cultura que había parido a Abba y Pipi Calzaslargas?

A mí me da que Larsson (con dos eses ¿no?) tuvo algo parecido al arrepentimiento y la revelación de Saulo a mitad de camino. En la segunda parte de la trilogía ya aparece el maltratador psicópata que era el padre, un agente soviético. Por tanto, la quema facial paterna por parte infantil se podría achacar, así por lo bajini, a cierta presencia de genes eslavos, muy parricidas ellos. Ah, y por el cabreo de Lisbeth, claro…

Y este ruso, este foráneo, engendró a una especie de Mazinger Z, un destroyer insensible al dolor físico, que resulta ser, además del hermanito monster de Lisbeth, el hijo de una madre alemana, por lo tanto rusoalemán, uuf, que alivio Agneta mía, que resulta que era otro extranjero.

Pero alto, que aparecen una caterva de secretas de la Inteligencia, todos ellos cargados de aviesas intenciones y peores historiales. Pero fijémonos, compañeros de palomitas (aunque sean caseras) en que todos ellos aparecen viejitos, uno de ellos hasta enfermo y que tenemos, para compensar tanta suciedad funcionarial a nuestra gran Esperanza Blanca, a (…espectación y redobles..): Defensa de la Constitución.

No estoy muy puesto en instituciones suecas pero de seguro que existen. En la peli, además, respetan la paridad de sexos en su composición, casi tanto como las series modernas españolas, rondan todos una media de edad juvenil, las chicas son guapas, resueltas y asertivas y ellos parecen salidos de un concurso de imagen institucional. No les faltan ordenatas y presentaciones en Powerpoint, pasión por la ley y armonía de grupo.

Y estos ángeles de la guardia ayudarán al periodista, demostrando que la corrupción se limitaba a un sector concreto, que además lo empezó todo con otro gobierno. Por tanto, queda libre de culpa el gobierno actual y Suecia, por fin, vuelve a ser un parque temático nevado así como un cosmos amable. Lo es porque, para compensar al loquero malo, también aparece un médico joven que es más bueno que el pan y le regala cosas a Lisbeth.

En realidad, el estado entero se dedica a cortejar al personaje (las guardianas le ofrecen complicidad) actualmente su principal activo cultural y cinéfilo ante el extranjero. Ellos la torcieron y ellos la elevan a los altares.

Ah, y la abogada está embarazada pero aguanta muy bien el tipo para su estado.

Un saludín, pero sin corrupciones.

El hombre Benicio (del lobo)

Publicado: 17 febrero, 2010 de Frankie en Palomitas por el suelo

El hombre lobo. 

La transformación del hombre lobo en Benicio del Toro (sí, el orden de los transformandos es el correcto) es evidente que tiene sus pros y sus contras, como todo en la viña del señor.
Siendo en cierta manera un remake de la versión clásica o, por lo menos, un intento de volver a cierto clasicismo, no deja de cometer los pecados de las adaptaciones modernas; planos cercanísimos, cámaras zigzagueantes y estallidos acústicos para que alguna grite.
Eso sí, a modo de nota curiosa, en la sesión que estuve no gritaba nadie…

Y la interpretación. Benicio es un actor correcto y contenido, a mi entender, pero no puede competir en carisma contra Hannibal Lecter/ Hopkins, contra la presencia en pantalla de este.

Y eso que aquí, Lecter/Hopkins está limitado por el guión y la dirección pero aún así y a pesar de ello, se acaba zampando cada escena en la que participa. Y todo a pesar de que ya está mayorcito, crepuscular y se le olvida a veces que  no está en El silencio de los corderos, papel que le dejó una  impronta indeleble  cada vez que interpreta dentro del Terror.

Benicio lo tiene tremendamente dificil,  de justicia es reconocerlo. Está obligado a soportar alguna que otra metamorfósis  lobuna traidora, que  le asalta justo en el momento que mejor está empezando a dramatizar lo que sea que tenga que decir.
Son transformaciones aparatosas, casi equiparables a las del Hombre lobo americano ese. Casi. En ellas, de pronto se pone a correr y a saltar desafiando la Física y las leyes de la locomoción cuadrúpeda, con esas dobleces de tobillos imposibles. Y también resulta imposible la velocidad de la acción, pero ya nos estamos acostumbrando a eso ¿no?…

Pero peor lo tiene Del Toro cuando se enfrenta a Papá Lobo. Hopkins, con un simple gesto, provoca miedo real, aún estando en horas bajas. A su lado, el Lobo Benicio semeja un perro acobardado, porque siempre  -lo suyo es escapar del bozal-  le van a la zaga los de la perrer Scotland Yard, así como las fuerzas vivas de la localidad victoriana esa donde pasan las cosas (siempre hay una, con niebla y aceras resbalosas)

También se desgarran las vísceras en London city, claro, pero si ya has visto UHLAenLondres, que te voy a contar de pánicos urbanos inducidos por licántropos; las escenas están sacadas de allí, lo único que las señoras llevan faldas largas para parecer antiguas.

Lo que no han conseguido es transmitir la sensación de malignidad que provoca el llevar dentro de uno esa condición bestial. Aquí, lo maléfico es tratado no como escisión moral interna sino, más bien, como un terror hipocondríaco, muy adecuado para la óptica revisionista imperante en estos tiempos de House y CSI.  Al menos, te consuela que no aparezca el loquero de Cuarto Milenio ilustrando sobre la porfiria, aunque al tiempo…

El pesar de Benicio por dicha circunstancia, por su herencia maldita, es de índole sentimental, por el romance que se pierde con la protagonista, adicta a los amores malditos y que a ratos recuerda a la de Crepúsculo, de infame memoria.

Y destacar, por último, la correcta ambientación decimonónica. Consiguen, con bastante frecuencia, que dentro de las casas se vea tan poquito como en aquella época. Y la ciencia y la psiquiatría se muestran convenientemente cerca de la veterinaria bovina, aquí  no ha faltado rigor.

Un aullido para todos y cuidado con la sal de las palomitas.